Nació en Bélgica, vivió en Argentina y fallecería en 1984 en París.
Incorpora a sus textos los elementos maravillosos, pero su realismo fantástico se caracteriza por contar de modo objetivo lo anómalo e imaginario. Para él la literatura fantástica consiste en romper con la lógica, poniendo en cuestión una sociedad basada en la fe y en la razón. De ahí que en sus relatos predomine el absurdo y la irracionalidad. Destacó como autor de cuentos que fue reuniendo en diversos volúmenes (Bestiario, Final del juego, Las armas secretas, Historia de cronopios y famas). Gran fama alcanzó su novela Rayuela, especie de rompecabezas narrativo que puede leerse de forma convencional o saltando capítulos; metáfora literaria de la fragmentación y el caos del mundo bajo el aparente orden superficial.
Los abismos atraen. Yo vivo a la orilla de tu alma. Inclinado hacia ti, sondeo tus pensamientos, indago el germen de tus actos. Vagos deseos se remueven en el fondo, confusos y ondulantes en su lecho de reptiles. ¿De que se nutre mi contemplación voraz? Veo el abismo y tú yaces en lo profundo de ti misma. Ninguna revelación. Nada que se parezca al brusco despertar de la conciencia. Nada sino el ojo que me devuelve implacable mi descubierta mirada. Narciso repulsivo, me contemplo el alma en el fondo de un pozo. A veces el vértigo desvía los ojos de ti. Pero siempre vuelvo a escrutar en la sima. Otros, felices, miran un momento tu alma y se van. Yo sigo a la orilla, ensimismado. Muchos seres se despeñan a lo lejos. Sus restos yacen borrosos, disueltos en la satisfacción. Atraído por el abismo, vivo la melancólica certeza de que no voy a caer nunca.
Bestiario. JULIO CORTÁZAR