Este poeta peruano se inició con su obra Los heraldos negros, con influencia del Modernismo, en el que revela una visión sombría del mundo donde el hombre es un ser sufriente sometido al azar del destino y cuyo dolor no encuentra alivio. El cambio poético que aparece en su siguiente libro, Trilce, es radical: son poemas de inspiración vanguardista, con un lenguaje desarticulado o sin significación, debajo del cual sigue existiendo una protesta por el dolor del mundo y el sentimiento de desarraigo del poeta.
César Vallejo vive exiliado en Europa desde 1923. En París entra en contacto con las vanguardias europeas, viaja a España en diversas ocasiones y conoce a muchos de los poetas de la época. Vallejo clama contra la crueldad, el sufrimiento de los seres humanos y denuncia a sus causantes; pero el poeta no renuncia a expresarse como una sorprendente inventiva verbal que potencia el efecto de sus sentimientos.
Ausente
¡Ausente! La mañana en que me vaya
más lejos de lo lejos, al Misterio,
como siguiendo inevitable raya,
tus pies resbalarán al cementerio.
¡Ausente! La mañana en que a la playa
del mar de sombra y del callado imperio,
como un pájaro lúgubre me vaya,
será el blanco panteón tu cautiverio.
Se habrá hecho de noche en tus miradas;
y sufrirás, y tomarás entonces
penitentes blancuras laceradas.
¡Ausente! ¡Y en tus propios sufrimientos
ha de cruzar entre un llorar de bronces
una jauría de remordimientos!