Consideraciones generales
Un comentario de textos es un ejercicio
orientado a familiarizar al alumno con la obra literaria en lo que ésta tiene
de creación artística consciente y deliberada. No se limita a una simple
lectura lúdica, que no obedece a otros principios que los del entretenimiento y
el disfrute personal, sino que pretende verificar los significados que la obra
alberga, así como aquellos procedimientos y técnicas utilizados por el autor
para expresar dichos significados.
En todo comentario de textos literarios
debemos, en primer lugar, comprender y, posteriormente, saber explicar, qué
expresa un texto y cómo lo expresa; es decir, entender cuál es el sentido de la
obra y analizar los medios de que se vale el autor para comunicar dicho
sentido. Utilizando términos muy conocidos, nuestra tarea habrá de ser la de
averiguar y revelar la relación mutua entre el plano del contenido y el plano
de la forma (a veces también llamado plano de la expresión) del texto. Hemos
dicho “relación mutua”, y hay que insistir en ello; un buen comentario se
caracteriza por la interrelación constante entre el análisis del contenido y el
de la forma. La literatura tiene su razón de ser no en la aparición de unas
ideas o temas particulares, sino en las formas mediante las que se expresan,
unas formas que están encaminadas a la consecución de fines estéticos, es
decir, a la expresión de la belleza a través de un vehículo de representación
que es, en este caso, el lenguaje.
Metodología
Es preciso destacar que no existe un método
único e infalible (una especie de “receta mágica”) de comentario de textos,
puesto que cada obra literaria es singular y, por tanto exige su propia e individual
manera de estudiarla. Cualquier esquema de comentario que propongamos tenemos
que aceptarlo como lo que es en realidad: un marco o modelo general, de validez
limitada, que habrá de ser adaptado a cada uno de los textos que vayamos a
comentar. La correcta realización de este ejercicio supone el conocimiento de
numerosos aspectos técnicos: nociones de teoría e historia literaria, sobre
géneros, métrica, retórica, etc. Sin estos conocimientos imprescindibles el
comentario carece de rigor.
A la hora de exponer el contenido del
comentario de texto se utilizará un estilo
impersonal, utilizando la 1ª persona del plural: el texto que vamos a comentar…, en el verso 7 podemos encontrar…
Por otro lado hay que señalar que, al pasar
de una fase a otra del comentario de texto, no se pondrá ningún tipo de título ni epígrafe. Bastará con poner
punto y aparte.
El título de las obras literarias se
subrayará cuando el comentario se realice de forma manuscrita; y en cursiva cuando se presente mediante
procesadores de textos y otros medios informáticos.
1. Lectura previa del texto.
La etapa previa a cualquier comentario
consiste en realizar una lectura rigurosa que nos permita entender tanto el
texto completo como cada una de las partes que lo forman. Para ello lo leeremos
cuantas veces sean necesarias, intentando solucionar las dificultades que nos
plantea. En esta fase será necesario utilizar diccionarios y otros libros de
consulta.
2.
Localización del texto y determinación del tema.
Los textos pueden ser fragmentos u obras
íntegras, y, por lo general, pertenecen a un autor que ha escrito otras obras a
lo largo de su vida. Por eso es imprescindible localizar el texto que se
comenta, es decir identificar algunos datos externos como los siguientes:
·
Autor, obra, fecha, periodo.
·
Relación del texto con su contexto histórico.
·
Características generales de la época,
movimiento literario al que pertenece el texto.
·
Relación con otros movimientos artísticos y
culturales del momento.
·
Situación del fragmento analizado respecto a
la totalidad de la obra.
Debemos señalar sólo aquellos datos que sean
de interés para las posteriores fases del comentario, desecharemos aquellos que
sean irrelevantes. Hay que evitar larguísimas introducciones en las que se
pretenda demostrar todo lo que se sabe del autor, época u obra.
Cuando hablamos de “tema” nos referimos a la
idea central en torno a la cual se desarrolla y se organiza el significado de
un texto. Se expondrá de forma breve y
se puede subrayar. En ocasiones deberemos admitir la existencia de dos o
más elementos temáticos íntimamente relacionados; en otras, el tema estará
relacionado más con una actitud o intención del autor.
El tema debe expresarse en un enunciado claro
y sintético. Debemos huir de las frases telegráficas o de las ideas demasiado
generales. Decir, por ejemplo, que el tema de un poema es el amor tiene muy
escaso mérito, porque ello no distingue el texto de otros tantos miles de la
misma temática. Se hace indispensable precisar más, por ejemplo, “el tema de
este poema es el amor atormentado del poeta, incapaz de decidir si merece la
pena seguir amando sin esperanza o renunciar a la mujer deseada”. Puedes hacer
alusión a la originalidad, la intención del autor o el uso de tópicos literarios
de la época.
3.
Estructura.
Esta fase consiste en definir claramente las
partes en que se divide el texto y el tipo de relación que se establece entre
ellas. Se trata de detenerse en la forma en que el autor ha compuesto el texto
y en cómo las distintas partes del mismo se relacionan entre sí. (Estructura
interna)
El tema principal se puede distribuir en
distintos apartados o párrafos, o en uno solo. En un poema los temas pueden
coincidir o no con las distintas estrofas.
4.
Análisis de la forma.
4.1. El análisis del lenguaje literario
Nos detendremos en el uso que el autor hace
de las diferentes figuras retóricas y con qué intención, relacionándolo en todo
momento con el tema del texto.
También hay que señalar el género literario
(narrativa, lírica o teatro) y las técnicas estilísticas utilizadas por el
autor (narración, descripción y diálogo). En el caso de que haya narración,
cabe destacar cómo es el narrador (en 1ª persona, en 3ª persona, omnisciente…).
4.2. El análisis métrico de los textos en verso
Ritmo, medida, rima, pausas,
encabalgamientos, tipos de versos y estrofas utilizadas, etc. (Estructura
externa)
4.3. La exposición de las peculiaridades lingüísticas del
texto:
• Plano
fónico: se analizarán las peculiaridades ortográficas, fonéticas y gráficas
del texto que tengan valor expresivo. Señalaremos recursos como la aliteración
o la onomatopeya.
• Plano
morfosintáctico: se prestará atención a aspectos como los siguientes:
acumulación de elementos de determinadas categorías gramaticales (sustantivos,
adjetivos, etc.); uso con valor expresivo de diminutivos y aumentativos, y de
los grados del adjetivo; presencia de términos en aposición; utilización de los
distintos tiempos verbales; alteraciones del orden sintáctico; predominio de
determinadas estructuras oracionales… En este plano se señalan recursos
expresivos como la anáfora, el paralelismo, el encabalgamiento…
• Plano
semántico: se analizará el léxico utilizado por el autor, la
presencia de términos homonímicos, polisémicos, sinónimos, antónimos, etc.; y
los valores connotativos del texto. En este plano señalaremos recursos como la
metáfora, la paradoja, la antítesis, la metonimia,…
5.
Conclusión y síntesis.
Al terminar el comentario se debe cerrar con
un resumen lo más breve posible de aquellos aspectos que más nos han llamado la
atención por su fuerza expresiva, por la originalidad o novedad a la hora de
tratar el tema, por la relación que guarda con el autor, la época, el
movimiento literario… Se trata de sintetizar las ideas esenciales del comentario.
No se trata de una valoración personal, de si
te gusta o no te gusta. Eso aquí no es importante.